Los facebookmigos

Facebook es realmente algo muy curioso. Te conecta con un montón de gente. A algunos los conoces por la red, te interesa lo que dicen o hacen y les agregas; otros son gente que has conocido un día o dos, te caen bien y les agregas; a otros incluso les agregas al azar, o porque se llaman igual que alguien que conoces, o simplemente porque te lo piden.

Los amigos íntimos son los primeros que agregas, pero con los que menos interactúas, porque les ves con frecuencia, les llamas cuando te apetece, les mandas mails o te los encuentras en tu gtalk, tu skype o tu messenger. Con otros, sucede algo curioso: cuanto más interactúas por Facebook y menos en la vida real, parece que la red social se va comiendo lo que quedaba de contacto real. A veces es mejor que nada… al menos así tienes noticias de ellos, sabes cómo les va, compartes información, noticias, comentarios, fotos, etc. Pero empiezo a sospechar que es un tipo de comunicación que se come algo de nosotros.

¿Cómo puede no ser bueno tener más medios para relacionarse? ¿Será que las entrevistas a no usuarios me están minando?

Como respuesta cito a Alvaréz-Uría y Varela[1] (que cita a su vez La sociedad individualizada de Bauman):

“En nuestras sociedades, el proceso creciente de individualización conduce a una especie de miedo al otro, miedo a lo real, miedo a la proximidad física con el otro, que favorece el recurso a lo virtual como refugio. La imagen pasa a ocupar el lugar de la realidad, la conexión el lugar de la comunicación. Los teléfonos móviles (sms), el correo electrónico, los chats, los blogs… (oh, no! los blogs!!) permiten mantener con los demás unos vínculos sociales flexibles, una cercanía distanciada, una lejana proximidad libre de los posibles conflictos de la relación cara a cara”

Álvarez-Uría y Varela se saltan Facebook, que es el mayor exponente de la cercanía distanciada, difuminada y dispersa. Después de todo, el correo y el teléfono son formas más directas, personales y enfocadas de comunicación. También pasan por alto los flames (discusiones airadas) que son el pan de cada día en foros de todo tipo y en algunos blogs. Pero dan en el clavo con esta interpretación o presentación de la obra de Bauman.

Nos escondemos detrás de nuestras fachadas cibernéticas, porque no tenemos tiempo o ganas para relacionarnos cara a cara con todas las personas que nos interesan. O sí lo tenemos y somos personas muy sociables, entonces utilizamos este recurso de cibersocialización como complemento para nuestras limitaciones personales y/o espacio-temporales.

Si la tecnología sirve para potenciar capacidades, la tecnología social potencia nuestras capacidades relacionales, y eso es potencialmente beneficioso. Pero también difunde las lógicas de la individualización-gregarista[2] en el interior de nuestra forma de ser. Cuando la comunicación distanciada se convierte en un hábito, el sustrato de autenticidad que queda en nuestras relaciones corre peligro.

La vida cibernética nos ofrece grandes posibilidades de ampliar horizontes, conocer gente de todo el mundo, establecer relaciones nuevas y fructíferas, aprender, intercambiar información y conocimiento… un motón de cosas. Pero aísla un elemento vital de la relación humana asociado al contacto físico: la comunicación directa.

Es un elemento que hay que salvaguardar. Y quizás hasta intentar introducir en nuestra comunicación on-line.

¿Cómo se hace esto? ¿Es posible?

Eso es lo que me gustaría averiguar.


[1] Álvarez-Uría y Varela. Sociología de las instituciones.2009.

[2] Esto es muy interesante. Las últimas semanas me he hinchado a hacer factoriales con variables actitudinales y los clusters eran tan complejos que o había ni uno que no agrupara actitudes contradictorias.

This entry was posted in Reflexiones sobre los social media and tagged , , , , , , , , . Bookmark the permalink. Post a comment or leave a trackback: Trackback URL.

4 Comments

  1. WordPress › Error

    There has been a critical error on this website.

    Learn more about troubleshooting WordPress.